La enfermería trae consigo una serie de riesgos físicos, desde lesiones de espalda a pinchazos de aguja. Tomamos precauciones pero algunas veces el cuidador es el que necesita atención médica.
Si sufres una lesión en el trabajo, busca tratamiento tan pronto como puedas. Esto no quiere decir pasar por el departamento de atención al empleado cuando vas camino de la puerta al final de tu turno. Significa dejar lo que estás haciendo, avisar a tu supervisor y buscar atención médica de inmediato.
Debes aplicar la misma norma incluso cuando la lesión no se manifiesta completamente hasta después de unas horas. Digamos por ejemplo que estás ayudando a trasladar a un paciente cuando sientes un “pellizco” en el cuello o en la espalda. No parece que te hayas hecho ningún daño, así que continúas con tu turno como si nada. Pero cuando llegas a tu casa tienes que tumbarte de espaldas, incapaz de moverte.
De nuevo, no esperes hasta mañana. Busca atención médica inmediatamente y asegúrate de mencionar el incidente del “pellizco”.
También necesitas rellenar todo el papeleo indicando qué ha pasado, cuándo, cómo y quién estaba presente. Esta información sirve para dos cosas: primero, proporciona un documento escrito de tu lesión y segundo, al documentar las circunstancias en las que tuvo lugar la lesión puedes ayudar a prevenir lesiones similares en el futuro.
Si tu lesión puede interferir de alguna forma con el cumplimiento de tus obligaciones (limitaciones en el peso que puedes coger, por ejemplo) asegúrate de proporcionarle a tu empleador la documentación pertinente. Además, asegúrate de seguir las instrucciones de tu médico.
Para terminar, puede que tengas derecho a una indemnización. Comprueba si es el caso en el lugar donde estás trabajando.