La hermana Andre, también conocida como Lucile Randon, está volviendo a su antigua vida después de contraer el coronavirus. Es la persona viva más longeva de Europa y, a los 117 años, todavía se está fortaleciendo. Dio positivo por el virus el 17 de enero, pero cuenta que no tenía ningún síntoma.

De hecho, ella les dijo a los medios de comunicación locales que ni siquiera se dio cuenta de que lo tenía hasta que la prueba dio positivo.

Su historia es un delicioso recordatorio de que la vida sigue… y sigue.

Pasando al aislamiento

La hermana Andre es residente del hogar de ancianos Sainte Catherine Labouré en la ciudad francesa de Toulon. Ella fue una de las docenas de personas mayores que se infectaron con COVID-19. Los registros muestran que 81 de los 88 residentes finalmente contrajeron el virus, y desde entonces 10 han muerto debido a la enfermedad.

Ciega y en silla de ruedas, la hermana Andre dice que no le preocupaba morir después de contraer el virus. Después de todo, esta no es su primera pandemia. Sobrevivió a la gripe española de 1918 y a la Segunda Guerra Mundial.

En lugar de entrar en pánico, los médicos dicen que estaba más preocupada por los cambios en su rutina diaria que por su salud en general. “Quería saber, por ejemplo, si las horas de comida y de dormir iban a cambiar”, dijo a Reuters David Tavella, portavoz de la instalación.

“Ella no mostró miedo a la enfermedad. De hecho, estaba más preocupada por los otros residentes “.

Si bien no tenía ningún síntoma, se vio obligada a ponerse en cuarentena de los otros residentes. Pasaba su tiempo aislada orando por el bienestar de los demás y anhelando los días en los que todavía era seguro almorzar con amigos o dar un largo paseo por el jardín comunitario.

“Estoy feliz de estar aquí, pero me gustaría estar en otro lugar; unirme a mi hermano mayor, mi abuelo y mi abuela”, dijo durante una entrevista en la televisión local.

El martes pasado, los médicos declararon que se había “recuperado por completo” justo a tiempo para cumplir 117 años, que fue el 11 de febrero.

“La consideramos curada. Está muy tranquila y está ansiosa por celebrar su cumpleaños 117”, confirmó Tavella.

Ahora que tiene la libertad de hacerlo, la hermana Andre contó que planeaba organizar una pequeña reunión para celebrar su cumpleaños.

“Ha tenido mucha suerte”, agregó Tavella.

Una recuperación milagrosa

Según la “Lista de Rankings Supercentenarios Mundiales” del Grupo de Investigación en Gerontología, la hermana Andre es la segunda persona más longeva del mundo, lo que hace que su recuperación del COVID-19 sea aún más extraordinaria. Ella figura justo detrás de Kane Tanaka, que tiene 118 años y 39 días y vive en Japón.

Lucile Randon nació el 11 de febrero de 1904 en la pequeña ciudad de Alès en el sur de Francia. Creció en una familia protestante que no era particularmente religiosa. Trabajó como institutriz en Marsella y tutora en París antes de convertirse al catolicismo a los 19 años.

Pasó a trabajar en un hospital local a la edad de 25 años, y durante los siguientes 28 años, dedicó su vida al cuidado de los ancianos y los niños huérfanos.

En 1944, se convirtió en monja a la edad de 40 años y se unió a las Hermanas de la Caridad en Francia. En 2009, cambió su nombre a Hermana Andre y se mudó a la casa de retiro Sainte Catherine Labouré.

Cuando cumplió 115 años, el Papa Francisco incluso le envió una carta personal y un rosario bendecido, según una agencia de noticias religiosa local.

El año pasado, la prensa le preguntó si tenía un secreto para sobrevivir tanto tiempo. Ella respondió: “No tengo idea de cuál es el secreto. Solo Dios puede responder esa pregunta”.

La hermana Andre dice que está lista para volver a misa. A pesar de su exitosa recuperación, agregó, “he tenido mucha infelicidad en la vida y durante la guerra de 1914-1918 cuando era niña, sufrí como todos los demás”.