1854 – Guerra Civil Americana
A la izquierda, una litografía de 1856 de una sala de hospital en Scutari donde Florence Nightingale trabajó (vía Wikipedia).
En 1854, Florence Nightingale prestó servicio durante la Guerra de Crimea (una de las guerras más sangrientas de la historia), junto con una plantilla de 38 enfermeras voluntarias.
No fue hasta después de la guerra que descubrió y defendió que las condiciones sanitarias de vida tenían una gran importancia. Todavía no existía un uniforme de enfermera, solo un vestido similar al que llevaban las monjas.
Ilustración en Harper’s Weekly, 1862 artículo La Influencia de las Mujeres
Los uniformes de enfermera de finales de 1800 se diseñaron tomando como referencia los hábitos de las monjas (tal como se muestra en la imagen de la izquierda). Se llevaban para poder identificar adecuadamente a las enfermeras, y para proporcionar una protección de cuerpo entero, “a prueba de fiebre”, para proteger de las infecciones a las enfermeras a domicilio. Sin embargo, puedes ver que aunque el vestido cubre la mayoría de partes del cuerpo, la enfermera no lleva ni guantes ni mascarilla.
Lillian Wald, fundadora del Servicio de Enfermera a Domicilio de Nueva York
Aunque el trabajo de Florence Nightingale sirvió de inspiración a las enfermeras de la Guerra Civil Americana, sus enseñanzas sobre saneamiento no acababan de convencer a sus colegas en esos tiempos.
Las enfermeras seguían llevando los largos vestidos “a prueba de fiebres”, con sombreros que de poco servían excepto para identificarlas. No se llevaban ni guantes ni mascarillas.
La imagen de la derecha corresponde a Lillian Wald, enfermera, trabajadora social y funcionaria de salud pública a finales de 1800 principios de 1900.