9. Deja de llegar al trabajo con las pinturas de guerra.
Todos sabemos cuándo una compañera de trabajo tiene pensado salir de noche (además de que hemos oído en el vestíbulo como lo cascaba por el móvil). Viene a trabajar con un pañuelo en la cabeza a modo de protección, tiene garras en lugar de uñas, de esas que no tenemos permitido llevar para evitar posibles infecciones, tiene la cara enrojecida por haber utilizado una de esas mascarillas que cerrarán sus poros antes de la cita de esta noche y un largo etcétera. No todos tus compañeros son gente madrugadora, algunos de ellos no necesitan que les pegues esos sustos de buena mañana.
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