¿A quién te diriges para que te dé apoyo y ánimos cuando el turno resulta demasiado duro de llevar? La profesión de enfermería es bastante complicada, especialmente si intentas ir por libre. Es fundamental encontrar a alguien que te apoye en el trabajo cuando te sientes desanimada y comparta contigo los momentos de euforia.
Pero, seamos realistas. Abrirle tu corazón a la gente equivocada puede tener unas consecuencias desastrosas. Échale un vistazo a las cinco personas con las que NO deberías hablar nunca del estrés laboral y por qué no.
1. Un compañero de trabajo que sabes que es un cotilla
A no ser que quieras que toda la unidad y tu jefe se enteren de tus asuntos, no los cuentes. En lugar de hacer esto, ponte en contacto con alguna persona con la que sabes que te puedes desahogar tranquilamente (y ¡te mantiene a salvo de la locura!) También te pueden librar de ese paciente que te tiene de los nervios.
2. Tu supervisor(a) o coordinador(a) de enfermería
Puede que no sea buena idea sincerarse con alguien que esté en un puesto de supervisión, a no ser que la situación lo requiera. Tu desahogo puede ser utilizado en tu contra. Deberías desahogarte con gente que pueda simpatizar contigo y darte apoyo.
3. Administración de enfermería
A no ser que tus quejas puedan ser utilizadas para introducir cambios, es mejor que no las compartas. A menudo, la administración está tan alejada de la verdadera acción que lo que para ti puede parecer una queja lógica para ellos es una frivolidad. No te interesa que te vean como a un quejica.
4. Un compañero que es conocido por apuñalar por la espalda
¿Te acuerdas de aquel acosador de educación primaria? ¿Aquel al que todos temían y huían de él? Esa es la clase de persona que deberías evitar en el trabajo. Cualquier persona que pueda usar tus propias palabras contra ti y hacer que parezca que no puedes con tu trabajo no debería oír jamás tus problemas.
5. Tus pacientes
Las enfermeras trabajan en una profesión, lo que significa: hay que mantener la profesionalidad. Tus pacientes ya tienen sus propios problemas y no quieres que piensen que la unidad es incompetente. No necesitan oír lo estresante que es tu trabajo. Tu relación con los pacientes debe girar alrededor de su curación, no de la tuya.
No acabes quemada por culpa de alguien con el que te has sincerado. Recuerda las leyes aplicables y nunca divulgues información de un paciente en zonas públicas. Si necesitas un lugar seguro para descargar el estrés, pide una cita con un terapeuta profesional.
Algunas veces el apoyo puede venir de los lugares menos esperados.