Te pones el despertador a las 5 de la tarde (querías ponerlo a las 5 de la mañana). Tu compañero/a de piso está considerando despertarte, pero la última vez que lo hizo fuiste un poco impertinente.
Por eso, pasa unos 45 minutos intentando decidir si despertarte es una buena idea o una muerte segura. Son casi las 6 cuando consigue reunir el valor suficiente para hacerlo…
No hace falta decir que llegas tarde. Pero primero… el café.
Entras en la cafetería, se nota que vas con prisa. La mujer que tienes delante de ti pide una elaborada bebida. PARA CADA UNO DE SUS 12 COMPAÑEROS DE TRABAJO.
Llegas al trabajo y descubres que tu mejor amiga está enferma. Su sustituta es la enfermera que odia a la gente, odia su trabajo y posiblemente odia hasta los cachorros. La realidad se impone:
Después de una rápida pataleta en el baño, estás finalmente preparada para ver a tu primer paciente.
Este es tu primer paciente:
Y esta es tu segunda paciente. Quiere que te quede claro que ella es superimportante.
Deseas que el chico nuevo sea capaz de lidiar con todo esto…
No puede.
Bueno, no importa. Ni que hubieras estado esperado seis horas para poder ir al baño…
ENTONCES, alguien menciona que hay pastel en la sala de descanso.
Las cosas empiezan a ir bien, solo que…
Te lo has perdido, aunque llegas justo a tiempo para ver como tu compañera se come la hamburguesa que le acaba de traer su novio.
Revisas tu bolsa buscando comida y un novio. Encuentras algunos frutos secos.
En ese momento recuerdas que todavía te quedan historiales por completar.
Cuando llega la hora de irse, eres una persona sin alma. Pero cuando te cruzas con tus pacientes, recibes esto:
Y esto:
Y esto:
Y cuando llegas a la puerta, te sientes más y más así:
Y al final todo está bien.