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Sabemos que eres enfermera y que pocas cosas pueden sorprenderte o avergonzarte. Aun así, seamos conscientes de que muchas de las cosas que ves y oyes pueden ser un poco raras. Y algunas veces te toca hablar de temas delicados, esos que avergüenzan a las personas que no se dedican a la sanidad. Si eres nueva en la enfermería o tienes un sistema nervioso simpático delicado, te resultarán familiares esas situaciones ya de por si incómodas que haces más incómodas al ruborizarte de manera incontrolada.
Queremos contribuir a acabar con el temido ataque de rubor de la enfermera con los consejos de las enfermeras de la página de Facebook Funny Nurses sobre el tema de hacer preguntas superdelicadas. (¡Ya sabes a lo que nos referimos!)
“Delicadeza y profesionalismo, nunca titubees o des la sensación de incomodidad/vergüenza. Se trata de darle al paciente la mejor atención, ¡no de juzgarles por sus respuestas!” —Becki L.
“Digo, ‘Tengo que hacerte unas preguntas, algunas de ellas pueden resultar incómodas o tontas pero tengo que hacerlas antes de continuar’. Normalmente prepararles con antelación suele ayudar”. —Charity W.
“Pregunta con el mismo tono despreocupado de otras preguntas rutinarias pero con menos contacto visual”. - Suzanne D.
“Mantente profesional pero cercana. Si es un paciente de mi edad se lo hago saber, ‘Sé que esto es muy incómodo y es un fastidio pero necesito una valoración para saber qué pasa y poder ayudar así a nuestro equipo médico, por eso tengo que hacer estas preguntas tan embarazosas.’ Algunos pacientes me han dicho, ‘Gracias por ser tan comprensiva’.” —Di M.
“Simplemente hazlo. Afróntalo con madurez. Sé profesional y facilita el proceso. Rompe primero el hielo”. —Andrea G.
“Como dice Lady Gaga, ‘Cara de póker’.” —Maria K.
“Busca una manera estandarizada de hacerlo y sé directa. Siempre le digo al paciente, ‘Mientras estamos solos voy a hacerte algunas preguntas delicadas que le hago a todo el mundo como parte de mi valoración’. Después hago las preguntas. Nunca he tenido ningún problema, algunas veces hasta se ríen”. —Candice T.
“Siempre demuestra empatía, NUNCA aparentes sorpresa o disgusto”. —Patricia M.
“Siempre utilizo el mismo tono y lenguaje corporal que con otras preguntas, de esta manera los pacientes saben que no me resulta incómodo. Si he tenido tiempo para crear un vínculo con el paciente, entonces utilizo el humor para que se sientan más cómodos”. —Shealee M.
“Soy directa y honesta. Soy una profesional. Soy una enfermera. Si vienes a mi departamento de Urgencias quejándote de dolor en la vagina o el pene, te voy a preguntar qué tipo de dolor es, cuando empezó y si tienes secreciones. A bocajarro. Sin dar rodeos. No utilizamos palabras sustitutivas. Llamamos a las cosas por su nombre y punto. A eso se le llama profesionalismo.” —Regina B.
¿Tienes alguna historia sobre alguna ocasión en la que no hayas podido evitar ruborizarte? ¡Queremos oírlo en los comentarios de más abajo!