10. No importa lo mal que las cosas estén ahora mismo, llegarán a su fin. Acabarás siendo enfermera, sujeta a redefinir el infierno. Por supuesto, también redefinirás la felicidad.

No puedes ni imaginarte la cantidad de peso que he perdido en las seis últimas semanas en la escuela de enfermería. La especulación sobre las clasificaciones de la clase realmente ha incrementado y, aunque intente permanecer inmune, todavía siento toda esa presión. Creo que por debajo de mi estaban a 10 puntos.

Pero se acabó.  Las mejores notas no significan nada en el mundo, excepto que las enfermeras más veteranas esperarán que seas capaz de recitar lo último sobre la enfermedad X de carrerilla, como un robot.

¿Y sabes qué? Ser enfermera es infinitamente más fácil que ser estudiante. Por una parte, estar fuera del nido significa no solo la libertad para equivocarte, sino también la libertad para tomar decisiones. No te permiten hacer esto mientras eres estudiante. Por otro lado, finalmente has terminado con esos j$%$ planes de cuidados. Tercero, puedes dormir sin soñar que te has perdido un examen o tres. En su lugar, sueñas con el bip de las bombas de IV.

A todos los pobres borrachines que estáis por ahí fuera y os quedan tres, dos o un semestre para el NCLEX, quiero hacer un brindis. La enfermería no es el trabajo más duro del mundo. Ser estudiante de enfermería lo es.

Oh, me olvidaba de una cosa:

11. Zapatos cómodos. Zapatos cómodos. Zapatos cómodos. Zapatos cómodos. Zapatos cómodos, ¡por el amor de Dios!