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Como enfermeras, nos sentimos orgullosas de poder mantener la calma y la compostura incluso en las situaciones más frenéticas. Si alguien está teniendo una crisis nerviosa, un código o están sangrando por todas partes, nos mantenemos frías y hacemos lo que tenemos que hacer.
¿Cuándo deberías entonces sentir pánico? Tengo algunas respuestas.
- Cuando tu paciente está activamente e indiscutiblemente en llamas.
Saca el extintor pero no dudes en sentir pánico mientras lo haces.
- Cuando tu paciente sufre un paro cardíaco después de verse involucrado en un vertido biológico y empieza a murmurar sobre cerebros cuando recupera conciencia.
Probablemente es mejor abandonar el edificio a toda velocidad antes de que empiece a estar realmente hambriento.
- Cuando un paciente está de parto. Y el paciente es un hombre.
¿A quién llamas? ¿Al ginecólogo? ¿Cirugía general? ¿Al periódico de Un Mundo al Revés?
- Cuando tu paciente tiene los dedos de las manos y los pies largos, tiene un color grisáceo y aspecto apagado…y te das cuenta de que sus párpados son horizontales.
Los extraterrestres son una rara subespecialidad de la medicina interna general. Probablemente lo mejor sea trasladar al Sr. Gris a una instalación con mayor nivel de cuidados.
- Cuando te das cuenta de que la ventana está abierta y colgando de ella hay una cuerda hecha con sábanas.
Este es el momento perfecto para sentir pánico, a no ser que tu paciente fuera un auténtico grano en el culo, en cuyo caso tranquilízate. No digas nada. Cierra la puerta y sonríe.