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¿Mi extraño consejo para evitar lesiones, personal inadecuado y un colapso nervioso?
Sé un grano en el trasero de otra persona.
En serio.
La enfermería es una profesión principalmente femenina. Las mujeres han sido educadas para ayudar a otra gente, ser pasivas, no armar alboroto. Las enfermeras, especialmente, están entrenadas y se espera que sacrifiquen todo lo bueno por sus pacientes o por los lugares donde trabajan.
Mi idea revolucionaria es esta: si solo unas cuantas personas más se comprometieran a ser un grano en el trasero, las cosas cambiarían.
¿Qué significa todo esto en la práctica? Bueno, básicamente significa que algunas personas van a ser tachadas de alborotadoras. Significa que algunas personas van a tener que adoptar posiciones incómodas, se les harán preguntas difíciles y la gente en el poder les pedirá que justifiquen su postura.
Coge como ejemplo lo que ocurrió en Dallas a principios de año: a dos enfermeras, que no habían recibido la formación adecuada o recibido el equipo de protección apropiado, se les asignó el cuidado de un paciente con Ébola. El paciente falleció. Las dos enfermeras estuvieron enfermas durante bastante tiempo. Y la dirección del hospital culpó a las enfermeras por (lo que la dirección posteriormente admitió era) escasa planificación y preparación por parte de la dirección.
Un montón de enfermeras de ese hospital y de otros centros de la ciudad se pusieron en pie de guerra y se convirtieron en un grano en el trasero de sus directores. Como resultado, ahora hay un plan en Dallas para tratar con una o más personas que lleguen a urgencias del hospital con síntomas leves que puedan ser indicativos de una enfermedad peligrosa. El plan es multidisciplinario, involucra a los centros sanitarios pertinentes e incluye a los trabajadores de urgencias de la ciudad y el municipio.
Las personas que se enfadaron y protestaron fueron tachadas de alborotadores descontentos. Fueron ridiculizados en la prensa hasta que se dieron cuenta de que sus preguntas y preocupaciones por su trabajo eran totalmente legítimas. De pronto, sus directores empezaron a hacer cambios.
Propongo lo siguiente: que una o dos personas de cada planta se conviertan en un grano en el trasero de sus coordinadores. Pueden hacer preguntas, llamar la atención cuando la respuesta es una trola y apoyarse en la gente que dirige desde la distancia para mejorar las cosas para sus compañeros de trabajo.
Mirad, somos enfermeras. Cuidamos de las personas in extremis. Hemos visto morir a más gente que otras personas. Somos una de las profesiones en las que más se confía.
Tememos reputación de ser solidarias y listas, bien preparadas y progresistas, compasivas y duras.
También necesitamos la reputación de ser agresivas. Hemos superado el estereotipo de buenas ayudantes, mucha gente es consciente de que no solo acatamos órdenes y adulamos a los médicos. Si fuéramos capaces de canalizar nuestro descontento y nuestras frustraciones para cambiar las cosas, seríamos imparables.
Es más, podríamos conseguir almorzar de vez en cuando y hacer descansos para ir al baño.