Dimite…por escrito.
Quien ha leído a Hemingway sabe que no era precisamente conocido por su ñoñería y dulzura. Gran bebedor y un tipo violento, dudamos que alguien se lo pensara dos veces antes de dejarle hacer lo que quisiera —incluso si eso significaba dejar un trabajo o no terminar su libro. Obviamente, esa gente no conoce a los editores…
Por eso, cuando Hemingway se encontró infelizmente atado a un contrato editorial de tres libros, hizo lo que cualquiera con dos dedos de frente hubiera hecho —encontrar una fisura. ¿Qué fisura? Escribir un primer manuscrito repleto de temas de corrupción, sexualidad y racismo que hiciera que el editor no solo se sintiera incómodo editándolo, sino que lo rechazara allí mismo. ¿El resultado? Hemingway siguió su camino con una novela bajo el brazo (The Torrents of Spring) y sin un contrato editorial agobiante.