Para poder compaginar con éxito el trabajo y los estudios necesitas entrega y valor. Quizá también necesitas un punto de locura.
Porque cuando estás abarcando ambos mundos te enfrentas a unos desafíos únicos…
1. Durante un tiempo intentabas explicar lo real que era ese esfuerzo. Pero, no hay palabras para explicarlo.
2. De vez en cuando te das cuenta de que empiezas a levantar el brazo antes de hablar.
3. En otras ocasiones intentas estar a lo que estás pero entonces se te aclara algún concepto difícil.
4. Y cuando pones la mano en uno de tus 900 bolsillos encuentras no un bolígrafo…sino un lápiz.
5. Intentas limitar tus gastos porque los estudios no son precisamente baratos, por eso cuando hay tentempiés disponibles en la sala de descanso:
6. Pero normalmente tienes que ponerte una alarma para acordarte de comer, nunca sacrificando más de cuatro minutos para desayunar, comer y cenar.
Combinados.
7. Siempre dices “la próxima vez” cuando los demás van a tomarse una copa porque tienes que hacer deberes.
Entonces, “la próxima vez” llega.
Y como ha pasado mucho tiempo (unos tres meses), las cosas se descontrolan un poco.
8. Antes de que empiece cada turno hay un poco de esto mientras se hace el café:
9. Seguido por una hora de esto:
10. Por eso, cuando la nueva enfermera de la unidad te pregunta cómo te va el día (pobrecita, ella que sabe)…
11. …simplemente desea no haberlo hecho.
12. Tus amigas enfermeras ya saben que no deben ni probar a hablar contigo a la hora de comer antes de un examen importante.
13. O preguntarte si aun sigues viendo a fulanito.
No. Gracias por recordármelo
…
14. Pero se celebra en todo el hospital el momento en que recibes un email y te das cuenta de que tienes una “B-“ en un examen que ni siquiera recuerdas haber hecho.
Tú:
Tu unidad:
Toda la sala de espera:
Porque todos saben que volver a la escuela mientras trabajas es extremadamente difícil, pero también importante para saber y entender más cosas.
Y todos te apoyan.