¿No podemos simplemente llevarnos bien? Deteniendo el ciclo de acoso en enfermería

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El acoso en enfermería, especialmente el que involucra a las enfermeras nuevas, se ha estado documentando desde los años 60, llevando a acuñar la frase “las enfermeras se comen a las nuevas”. Cada año, la violencia entre compañeros en el lugar de trabajo, llamada también “violencia horizontal”, causa que un buen número de recién graduados cambien de trabajo o dejen esta profesión después del primer año. Y lo que es peor, una gran cantidad de estudios relacionan el acoso con una mala atención al paciente.

La manera de abordar la reducción de la violencia ha sido con un enfoque de arriba-abajo dentro del lugar de trabajo y aun así, casi 50 años después, esta violencia no solo sigue existiendo sino que además va en aumento. Para resumir, las intervenciones actuales no son la solución si realmente queremos proteger a las enfermeras de la violencia horizontal.

¿En qué dirección tenemos que ir? Lógicamente, las responsables del cambio deben ser las enfermeras de planta y las que tratan con los pacientes. Esto significa que necesitamos centrar la atención en los estudiantes de enfermería, que parecen ser el principal blanco y el más afectado. Y aunque suene cursi, son el futuro de la enfermería.

Investigaciones exhaustivas han demostrado que los estudiantes de enfermería experimentan violencia en el trabajo durante las prácticas clínicas. Sin embargo, más estudiantes están denunciando comportamientos incívicos dentro de la clase. Si un estudiante encuentra hostilidad en todos los frentes y no tiene un refugio (más allá del pasillo de los helados), ¿qué va a pasar? Las circunstancias colocan a los estudiantes en una posición vulnerable. Los profesores ejercen un poder tremendo en clase: el poder de poner nota, proporcionar cartas de recomendación, asignar preceptores e influenciar el empleo. La facultad clínica tiene una autoridad similar. Y aun a riesgo de citar al tío Ben de Spider-Man (lágrima), un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Ya sea el comportamiento incívico en la clase o la falta de efectividad a la hora de enseñar, la facultad de enfermería y las escuelas de enfermería están fallando a los estudiantes.

Cuando los profesores de enfermería fracasan en su tarea de enseñar y empoderar, crean inseguridad y estudiantes de enfermería con menos conocimientos que se convierten en graduados inseguros y con baja autoestima. Esto no quiere decir que todos los profesores de enfermería sean acosadores. Sin embargo, no son, de manera unánime, ningún regalo para el proceso educativo.

¿Cuál  es la conexión entre violencia en la enfermería y en la educación? Para contestar a eso debemos acudir a la psicología moderna.

Como la enfermería, la psicología también está evolucionando. Anteriormente repleta de “sueños” y “madres”, la psicología moderna ha madurado y ahora puede utilizarse para solucionar problemas en la ciencia, las leyes e incluso los negocios. La psicología industrial/organizacional evolucionó cogiendo principios de psicología y aplicándolos a la principal fuente de estrés en la vida moderna: el trabajo. Por eso es la disciplina perfecta para ayudar a las enfermeras.

La facultad de enfermería y las instituciones educativas son las primeras en influenciar como percibe un estudiante la profesión de enfermería. Actualmente, las escuelas de enfermería parecen eludir cualquier necesidad de introducir una educación formal en métodos de enseñanza. Desde el principio esto paraliza la efectividad de los profesores y lógicamente puede crear aprensión, frustración y baja moral entre los miembros de la facultad. La psicología industrial y organizacional sugiere como fundamentales el empoderamiento y el reconocimiento para elevar la morad dentro de la facultad.

El empoderamiento a través de la apertura de líneas de comunicación entre los empleados y los empleadores, fuerte liderazgo, orientación y recursos accesibles y entrenamiento, son estrategias esenciales y efectivas que a pesar de su simplicidad están sorprendentemente infrautilizadas. El reconocimiento y los premios basados en los logros educacionales también han demostrado levantar la moral, desde dinero hasta premios y comidas. Cualquier reconocimiento de la calidad del servicio y/o compromiso de un miembro de la facultad hacia sus estudiantes puede tener una gran influencia. Aunque pueda parecer un cliché, cuando haces sentir bien a alguien, esa persona tiende a devolver el favor a otros. La psicología industrial también nos explica que cuando los empleados sienten que no disponen de las herramientas adecuadas para triunfar, su motivación para dar lo mejor de sí mismos disminuye considerablemente. En resumen, la moral baja conduce a un rendimiento pobre y a la frustración, posiblemente llevando a la violencia denunciada en las aulas.

Los estudiantes de enfermería parecen llevarse la peor parte de la frustración. Ya sea a través del acoso directo por parte de los miembros de la facultad o diciéndoles que se enseñen ellos mismos la mayoría del material, los estudiantes de enfermería tienen las de perder. El acoso y la falta de conocimiento se han relacionado repetidamente con la baja autoestima en estudiantes de enfermería, haciéndoles más proclives a acosar a otros en un futuro. Como puedes ver esto crea un círculo vicioso de maldad que no parece tener ni principio ni fin.

Los entornos y la psicología cultural no cambian con la caída de una toallita de alcohol. Probablemente no existirá nunca un botón mágico para borrar el acoso en la enfermería. Sin embargo, hay muchas cosas que pueden cambiarse. El acoso en la enfermería es demasiado problemático y los riesgos demasiado elevados como para que este problema sea ignorado y no se cambie la manera de abordar estas situaciones. Ha llegado el momento de dejar de sugerir “cambio” y empezar a implementar nuevas tácticas. ¿Qué mejor lugar para empezar que el principio? Quizá si simplemente enseñamos y empoderamos a nuestros profesores empezaremos a ver el cambio que necesitamos.

¡La buena noticia es que el cambio es posible! Llevará tiempo, ingenuidad, mucha cafeína y disposición para cambiar hasta que finalmente las piezas encajen y se produzca el cambio.

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