Los ciudadanos de Japón están sintiendo los efectos de la pandemia de coronavirus: la depresión, la ansiedad y otros problemas de salud mental han tomado al país durante los últimos 10 meses, lo que ha provocado un aumento alarmante de suicidios, especialmente entre las mujeres jóvenes.
La pérdida de puestos de trabajo, el aislamiento social y el estrés financiero han pasado factura, de hecho, este año han muerto significativamente más personas por suicidio que por el virus, lo que lleva a algunos a preguntarse si la cura ha sido peor que la enfermedad.
Lucha contra el suicidio
Japón ha estado tratando de reducir la tasa nacional de suicidios durante años. El problema sigue siendo complejo, con muchos factores distintos en juego, incluyendo la presión social y económica para tener éxito, las largas horas de trabajo y el acceso limitado a la atención de salud mental. Las imágenes de trabajadores amontonados en trenes a la medianoche se han vuelto virales en los últimos años a medida que los defensores de la salud mental siguen llamando la atención sobre esto.
La tasa de suicidios alcanzó su punto máximo en 2003, cuando 34.000 personas se quitaron la vida. El país comenzó a invertir millones de dólares para combatir lo que se conoce como “karoshi”, que significa trabajar hasta la muerte, reduciendo las horas extras de millones de trabajadores. La campaña empezó a dar sus frutos. Las cifras del país se redujeron a 20.000 suicidios el año pasado, el número más bajo registrado desde que Japón comenzó a rastrear las tasas desde 1978.
Sin embargo, Japón todavía tiene la tasa de suicidios más alta de todas las naciones del G-7 con 16 por cada 100.000 ciudadanos. Esperaba reducir ese número a 13 por cada 100.000 habitantes para el año 2026, pero no está claro si eso sigue siendo una posibilidad para una nación sumida en el dolor y la ansiedad.
COVID-19 en Japón
La tasa de suicidios en Japón estuvo en una trayectoria descendente durante la primera parte de este año, pero las cosas dieron un giro mortal en julio. Después de varios meses de distanciamiento social y de esperar el fin de la pandemia, muchas personas comenzaron a quitarse la vida.
La crisis de salud mental ahora parece empeorar cada mes a medida que la pandemia avanza. La Agencia de Policía de Japón dice que 2.153 personas se quitaron la vida solo en octubre, más que el número total de personas en el país que han muerto a causa del COVID-19. Esto marca el cuarto mes consecutivo de aumento de suicidios en ese país.
Hasta ahora, 17.000 personas se han quitado la vida solo este año en Japón. La tendencia parece estar afectando a las mujeres jóvenes a un ritmo alarmante.
Desde problemas con el cuidado de los niños hasta la pérdida de empleo debido a la pandemia y el estrés financiero, las mujeres en Japón y en el extranjero están sintiendo presión por todos lados.
La psiquiatra Chiyoko Ueda dice que ha visto los efectos dolorosos de la pandemia en su clínica, donde trata a una variedad de pacientes que sufren de angustia mental. Ella dice que escucha declaraciones como: “Mi autoestima es baja porque estoy preocupada por el dinero”, “la situación de quedarse en casa ha trastornado mi vida”, “mis hijos y yo no nos llevamos bien”.
Entonces, parece que el dinero y las expectativas sociales juegan un papel importante. Japón fue noticia a principios de año después de mantener a raya el virus sin imponer cierres obligatorios. En cambio, el país se centró en educar a los residentes sobre los posibles riesgos para la salud, asegurándose de que todos tuvieran acceso a la atención médica básica y el “rastreo retrospectivo” en el que los profesionales usarían la tecnología para rastrear retroactivamente los pasos de una persona una vez que se hubiera infectado con el virus.
Hoy en día, todos saben cómo protegerse del virus, pero evitar la desesperación financiera y emocional ha sido un reto.
Después de un pico mortal en julio, las autoridades japonesas aumentaron los fondos para la prevención del suicidio, agregando 10 millones de dólares adicionales al presupuesto de 24 millones de dólares.
Las tasas también están aumentando en Estados Unidos, que tuvo un índice de suicidios de 14 por cada 100.000 en 2018.
Cuando la pandemia comenzó a despegar en Estados Unidos, los expertos advirtieron que podría provocar 75.000 “muertes por desesperación” adicionales, producidas por estrés financiero, abuso de sustancias, desempleo y aislamiento social prolongado.
La Dra. Vivian Pender, presidenta electa de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, comenta que esto solo empeorará a medida que pasen los meses, “creo que, en cierto modo, lo peor está por llegar, en términos de salud mental. Habrá un gran dolor y duelo por todas las personas perdidas, y las oportunidades perdidas, los sueños y esperanzas perdidos que la gente tenía”.
Incluso mientras intentamos salvar tantas vidas como sea posible, el daño está sucediendo frente a nuestros ojos. La gente está perdiendo sus ahorros junto con los sueños de una vida mejor.
El dinero y el estatus social pueden afectar la salud mental. Tener solidez financiera puede ser tan importante como luchar contra la enfermedad en el campo de la salud.