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Los Opiáceos No Funcionan Mejor Que Otros Medicamentos

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Hace unos años, los doctores de Renea Molden le dijeron que querían dejar de suministrarle opiáceos. A ella no le pareció una buena idea.
“Estaba enojada, seré honesta. Estaba furiosa. Estaba frustrada”, expresó Molden, de 40 años, de Kansas City, Missouri. Padece de fibromialgia, discos abultados y de la enfermedad degenerativa del disco. A sus médicos les preocupaba que tuviera que tomar hidrocodona durante el resto de su vida, pero para ella, las tres píldoras que tomaba cada día parecían ser la única forma en que podía ir al trabajo, salir de compras o incluso preparar la cena.

“Sentí que me quitaban una parte de mi vida”, explicó.

Para muchas personas con dolor crónico, los opiáceos pueden parecer la diferencia entre una vida plena o vivir en agonía. En las últimas décadas, se han convertido en medicamentos ideales para el dolor intenso, pero la Dra. Erin Krebs, del Sistema de Atención de Salud para Casos de Veteranos de Minneapolis y la Universidad de Minnesota, dijo que faltaba investigación sobre la eficacia de los opiáceos para el dolor crónico. A pesar de que millones de personas toman estos medicamentos durante largos períodos de tiempo, existe poca evidencia que promueva su uso.

“Los estudios que teníamos eran investigaciones a corto plazo y la mayoría comparaban los opiáceos con medicamentos con placebo”, señaló Krebs. “Debido a estas investigaciones, sabíamos que los opiáceos tienen un mejor efecto a corto plazo en el dolor que un placebo o un comprimido de azúcar, pero eso era todo lo que sabíamos”.

Sin embargo, eso está cambiando. Krebs es la autora principal de un nuevo estudio que observa la efectividad de los opiáceos en el tratamiento del dolor crónico durante 12 meses, el cual fue publicado el martes en el Journal of the American Medical Association.

El estudio involucró a 240 veteranos con dolor de espalda crónico u osteoartritis de rodilla o cadera que tenían dolor constante e intenso. La mitad de ellos fueron tratados con opiáceos y la otra mitad con medicamentos no opiáceos — ya fueran fármacos comunes sin receta como paracetamol o naproxeno, o medicamentos recetados como lidocaína tópica o meloxicam. Los médicos y los pacientes sabían en qué grupo estaban, expresó Krebs, y eso fue intencional debido a que las expectativas de las personas pueden influir en cómo se sienten.

“Al principio de la investigación descubrimos que los pacientes que se enlistaron realmente pensaron que los opiáceos eran mucho más efectivos que los medicamentos no opiáceos”, dijo.

Pero después de solo seis meses, el grupo no opioide informó que su dolor era levemente menos intenso que el de la evaluación colectiva del grupo opioide. Para el final del año, señaló Krebs, “realmente no hubo diferencia entre los grupos en cuanto a la interferencia del dolor con las actividades. Y con el tiempo, el grupo no opioide mostró menos intensidad de dolor y el grupo opioide sufrió más efectos secundarios”, como estreñimiento, fatiga y náuseas.

El estudio no analizó el por qué, pero Krebs tiene una teoría: tolerancia a los opiáceos.

“En unas pocas semanas o meses después de tomar un opiáceo a diario, tu cuerpo se acostumbra a ese nivel de opiáceo y necesitas una mayor dosis para conseguir el mismo nivel de efecto”, dijo.

Los opiáceos, por supuesto, también conllevan el riesgo de dependencia, adicción y sobredosis. Quitarle los opiáceos produce a los pacientes que han desarrollado una dependencia síntomas parecidos a la gripe que pueden durar días o semanas.

“Este estudio añade evidencia a largo plazo que demuestra que los opiáceos en realidad no tienen ninguna ventaja en cuanto a términos de alivio del dolor que puedan compensar los daños conocidos que causan”, explicó. “La conclusión para las personas que sufren dolor de espalda crónico o dolor de artritis es simplemente que no deben empezar a usar opiáceos”.

Pero, ¿qué pasa con los pacientes que como Molden han estado usando opiáceos durante mucho tiempo? El Dr. Muhammed Farhan, director médico del programa de manejo del dolor multidisciplinario de la Universidad de Missouri-Kansas City, expresó que las conversaciones diplomáticas con pacientes como Molden son parte de su rutina diaria. Farhan es también el director médico de la Clínica para el Manejo del Dolor en la Salud de la Universidad en los Centros Médicos Truman, que no prescribe opiáceos.

Dijo que todos los días se encuentra con pacientes que tienen afecciones como dolor de espalda y que han pasado la línea del consumo de drogas.

“La mayoría de las veces lo que observo es que están tomando altas dosis de opiáceos y todo el tiempo están en la cama o durmiendo y todavía sintiendo dolor”, señaló.

Farhan dijo que comienza ayudándoles a adaptarse a la idea de que no pueden eliminar totalmente el dolor. Explicó que esta posibilidad puede ser especialmente peligrosa para las personas que dependen de dosis crecientes de opiáceos.

“Nuestra idea de estar completamente libre de dolor puede hacernos terminan con más dolor, sin mejoría en su calidad de vida luego de ingerir altas dosis de medicamentos opiáceos, que pueden ser nocivos hasta el punto de que pueden morir”, explicó Farhan.

Dijo que intenta ayudar a sus pacientes a disminuir el uso de opiáceos lentamente y utilizar medicamentos y terapias alternativas.

Krebs apoya este punto de vista. “Los medicamentos tienen cierto papel, pero en realidad no deberían ser la forma principal en que tratamos el dolor crónico”, dijo. “Para el dolor de la osteoartritis, los tratamientos mayormente recomendados son los tratamientos de ejercicio”, señaló, y es importante mantener un peso saludable. “Lo mismo ocurre con el dolor de espalda”, explicó, para los que los expertos recomiendan ejercicios, tratamientos de rehabilitación, terapias cognitivas y de yoga, entre otros.

Renea Molden expresó que ha sido difícil dejar de usar Hidrocodona, pero está trabajando en ello.

“Sé que puedo superar este día — hay días buenos y días malos, y tienes que superar los días malos”, expresó.

Pero incluso en los peores días, Molden se siente bien al afronta su dolor sin opiáceos.

Esta historia es parte de una asociación informativa con NPR, KCUR y Kaiser Health News.

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